Librería de los Escritores

En plena Revolución de Octubre, cuando las imprentas ya habían sido cerradas por tiempo indeterminado y la inflación subía los precios a cada momento, un grupo de escritores decidió lanzarse a la empresa aparentemente insensata de abrir una Librería de los Escritores que permitiera a ciertos libros seguir circulando. (…). Era importante mantener con vida ciertos gestos: continuar tratando esos objetos rectangulares de papel, hojearlos, ordenarlos, hablar de ellos, leerlos en los recesos entre una tarea y otra, en fin, pasarlos a otros. (…) iniciar la publicación de una serie de obras en un único ejemplar escrito a mano. (…) La editorial queda como el modelo y la estrella polar para quienquiera que trate de ser editor en tiempos difíciles. Y los tiempos siempre son difíciles.”

Roberto Calasso.