Por Gisela Avolio.
Para un psicoanálisis profano es indispensable la compañía de otros, como toda producción del inconsciente, que lejos de ser individual, es colectiva.
Porque Uno (solo) no hace nada, y esa convicción habita a su autora, es que entonces aquí me encuentro con la buena suerte transferencial y la gran responsabilidad de darles a Uds. la bienvenida a este libro, porque en el mismo acto en que inicien su lectura, encontrarán que él les dará a ver una nueva escritura, y así, cada vez es bienvenido este libro también.
Para un psicoanálisis profano, actúa lo que transmite, y transmite lo que se enuncia, porque cada una de sus páginas escriben una otra lectura de “Lacansoneta” dando cuenta con ello que el relegere o relectura de los textos, los hace decir otra cosa, un otro decir. Pero no porque algo estaba oculto allí en los textos de siempre, sino porque algo para ser hallado requiere echar por tierra lo que se tenía por evidente. Así en el transcurso del andar sus páginas, uno encuentra que el decir se transforma y a la vez (nos) transforma.
Con un gesto indudablemente psicoanalítico e inaugurado por Freud, la autora realiza el propio, dejándose hablar por el discurso del psicoanálisis, dándose todo ese trabajo de enterarse como entiende, que entiende, que quiere decir, haciéndolo pasar por otros, a quienes se dirige. He allí su estilo.
Y entonces desde una posición enunciativa que da cuenta de que el porvenir de psicoanálisis permanece a la espera de quien lo cifre y lo descifre, se arroja al acto profanatorio del desentierro de los sentidos únicos del discurso, y lo hace con el ejercicio de la pregunta. Pero no con el ánimo de alcanzar jamás a cerrar el abismo, sino más bien apoyada en una experiencia de discurso que entiende que es más restar que adquirir, más toparse con los límites de la palabra que dominarla, y más soportar ser conducido por ella que instrumentarla.
Desde esta lokalitât que implica una experiencia de la falta, y el deseo de enseñante, Helga Fernández formula sus preguntas “valija”, una de esas que nos conducen hacia otro sitio…
¿Cómo leemos las personas que nos formamos de manera permanente? ¿Leemos a Lacan o dejamos la lectura a quienes se les animan, a quienes sí lo entenderían? ¿Cómo se enlaza los textos, los seminarios con lo que escuchamos en una sesión? ¿Cómo lee un sínthoma el analista? ¿De qué modo el psicoanálisis opera? ¿Dónde se asienta la falta en la escucha? ¿Qué otra cosa es el incesto que un hecho de discurso? ¿Qué sucede si donde debe aparecer la falta, falta la falta? ¿Qué carajo es el objeto y como se articula con la identificación del sujeto? ¿El espectáculo vende una vida envuelta en un film?
Los senderos de sus respuestas posibles, la autora los escribe transliterando, los escribe leyendo un texto con otro texto. Testimoniando con esto que si el inconsciente está estructurado como un lenguaje la lectura más afín a esa estructura para que haga surgir la instancia simbólica de la letra es la traducción, que permita una reinscripción en la experiencia del análisis. Un modo de empezar a contar hasta uno.
Helga nos propone pensar que hacer este recorrido de un nuevo religamiento es en sí mismo un modo de profanación respecto de la sacralización de los sentidos. Y usando las normas mismas de esa sacralidad: el historial del hombre de los Lobos, Hamlet…el deseo y su interpretación; el esquema del peine, el cuadro de la angustia, las estructuras clínicas psicosis, neurosis obsesiva, histeria… produce otra articulación que cuenta con lo intocable, con lo imposible; que da cuenta que en la experiencia del análisis tiene lugar la profanación por excelencia, el objeto a en función.
Leer Para un psicoanálisis profano como apuesta a la metamorfosis de una generación y sus sentidos de los significantes, es una experiencia que serpentea, con la glosa, como un modo más de profanación, que en un sentido toca y en su reverso se deja tocar resultando de ello un touché. Un libro en el que la autora logra transmitir una convicción en la letra y el inconsciente, conjugados. Sabemos que de una está hecha el otro. Pero ¿de qué sirve saber que la letra es inconsciente, si después se los desanuda y se letrea sin sensibilidad, o se es un “inconsciente” para estar en la escucha?
Parte de ese efecto de anudamiento logrado es su hechura, su confección que deja leer (lo) el puntilloso trabajo editorial a cargo de ARCHIVIDA que da cuerpo a este libro, de punta a punta, de «advertencia» a glosa.
Para un psicoanálisis profano no es un libro con decénce (castellano: decencia, homofonía en francés “des sens”, castellano des sentido) ni condescendiente sino una l’indécence (homofonía con sens en francés y un modo de pass de sens o de pa de sens. Una indecencia del sentido!!
Por todo esto, los invito a su lectura!
Gisela Avolio

Minibio
Gisela Avolio. Actualmente trabaja como analista, es miembro fundadora de la Escuela Freudiana de Mar del Plata, y miembro de Fondation Européenne pour la Psychanalyse. Fue Residente de Psicología en el Htal. Subzonal especializado Neuropsiquiátrico Dr. Taraborelli (Necochea, Bs. As.). En EFmdp, coordina el dispositivo Práctica psicoanalítica con Niños y Adolescentes; y es responsable de Secretaria de Enseñanza.
Actualmente es docente y supervisora de la Residencia de Psicología Clínica de los Hospitales Provinciales de Necochea y Mar del Plata. Dicta clase anualmente en Centre IPSI, de Barcelona.
Desempeña la práctica del psicoanálisis en el ámbito privado.
Es responsable de la sección Entrevistas, en la revista digital En el Margen.